El libro antiguo.
El libro prehelenístico.
Del aspecto de los libros producidos en la Grecia clásica apenas podemos decir nada por la inexistencia de textos conservados. El número de fragmentos que nos han llegado del siglo IV es tan reducido, que los estudiosos se limitan a aplicar a esta época las consideraciones generales a las que llegan a partir del material helenístico conservado, pensando que probablemente las circunstancias con relación a la producción, uso y difusión de los libros fueran similares en ambas épocas.
La forma del libro era la del rollo (o volumen), sobre una de cuyas caras se escribía el texto en columnas sucesivas. El lector lo iba desenrollando gradualmente con la mano derecha al mismo tiempo que iba enrollando la parte ya vista con la izquierda. Al final del proceso se le había dado la vuelta completa al rollo, y todo el libro tenía que ser desenrollado para poder volver a leerlo nuevamente.
El material para escribir era el papiro, preparado a base de cortar en delgadas tiras la médula fribrosa de un tallo que crecía en el delta del Nilo. Dos capas superpuestas de dichas tiras de manera perpendicular y prensadas constituían la hoja de papiro. Las hojas se podían pegar en larga fila para formar rollos de diversa longitud.
Muestra de papiro
Siendo Egipto el principal país productor y exportador de papiro sucedió, según cuenta Plinio, que en época helenística el gobierno egipcio prohibió por un tiempo su exportación y ello estimuló en las otras ciudades la búsqueda de una alternativa aceptable como soporte de ecritura. Así, en Pégamo se siguió y perfeccionó un procedimiento antiguo de tratar la piel de animal para alisarla y hacerla apta, y el resultado fue lo que llamamos ahora pergamino. Sin embargo, su uso no se haría extensivo hasta bien entrada la era cristiana y habrá que esperar hasta el siglo IV de nuestra era para que el papiro deje de utilizarse completamente en la escritura, salvo raras excepciones.
La forma peculiar del libro antiguo obligaba prácticamente a que se escribiera solo por una cara, y se usaba preferentemente la cara con las tiras dispuestas horizontalmente. No obstante, la escasez de material hizo que en alguna ocasión se escribiera por ambas caras.
Por otro lado, además de las dificultades que suponía leer un libro con tal formato, no era fácil tampoco la lectura en sí, si tenemos en cuenta que los textos se escribían sin división de palabras, la puntuación y la acentuación son de época helenística (y su utilización tampoco fue absolutamente rotunda), las letras eran todas mayúsculas, no estaba marcada la separación de los versos en los poemas, ni se indicaban los cambios de parlamento de los personajes en los textos dramáticos.
Todo ello nos permite imaginar las dificultades que supondría la lectura de un texto en esa época, y en el momento de hacer una copia escrita de él quedaba expuesto con facilidad a una mala interpretación y la consecuente corrupción de su contenido.
Si bien no se puede decir que todos los libros tuvieran título (un hábito extendido era la mención de una obra por su comienzo), lo que no solía faltar al comienzo de la mayoría era el nombre del autor.
Como no existían en aquella época los derechos de autor, una vez dado a conocer un libro, el texto quedaba expuesto a todo tipo de manipulaciones sin la autorización del autor: se le hacían correcciones, se le añadían interpolaciones, se sustituían fragmentos...
Los rollos se solían ordenar alfabéticamente y se conservaban en grupos de cinco en cajas o vasijas.
Hasta bien entrado el siglo V, el comercio del libro, entendido como la copia por encargo y venta de textos escritos sobre papiro para la lectura y colección privada, puede decirse que no existió.
La tradición de la composición literaria oral fue tan fuerte (recordemos que originariamente los poemas homéricos eran cantados y recitados), que hasta mitad del siglo VI no se llevó a cabo la primera redacción escrita de Homero. En esa época la aparición de otras formas literarias que no estaban destinadas a la ejecución oral como la filosofía, historiografía...propició que sus autores necesitaran escribir sus obras, con lo cual, al menos, existiría el original del autor.
A lo sumo, se encargaron copias de los primeros filósofos, historiadores, sofistas, copias de tragedias y comedias para los intérpretes de las representaciones dramáticas y copias de los textos poéticos, especialmente Homero, para la formación escolar, y así, hacia el final del siglo V, el número de ejemplares que circulaban de mano en mano iría aumentando paulatinamente.
No hay documentación acerca de la existencia de bibliotecas públicas en Atenas en el siglo V, pero sí que existieron archivos de la ciudad que, aparte de los documentos de gestión pública, custodiarían copias oficiales de las obras que se representaban en los festivales dramáticos o de los textos que se declamaban en otros eventos festivos. Sí parece lógico admitir que existieron algunas bibliotecas privadas o colecciones particulares de libros, propiedad de ciudadanos instruidos y con solvencia económica para comprarlos.
En general, en el siglo IV, con respecto al libro y su comercio, se van consolidando las tendencias del siglo anterior. Se tiene noticia de las bibliotecas de las instituciones académicas, la Academia de Platón, y el Liceo de Aristóteles; de esta última sabemos que, sin duda, por la variedad de sus intereses eruditos, llegó a formar una gran colección de libros.
Planta de papiro.
ACTIVIDAD DE INVESTIGACIÓN:
1- Piensa en los distintos formatos de libro que tenemos en la actualidad y en los diversos soportes de escritura de que hacemos uso.
2- Investiga los trámites de publicación por los que debe pasar un libro hoy en día desde que es escrito por su autor hasta su venta en una librería.
3- Investiga sobre los diversos tipos de derechos de autor bajo los que pueden publicarse las creaciones artísticas.
Obra publicada con Licencia Creative Commons Reconocimiento No comercial Compartir igual 3.0